Hoy es el Día de las Trabajadores en Casas Particulares. Antes fueron empleadas domésticas y antes sirvientas. Nos preguntamos si el progreso lingüístico tiene correlatos en mejores tratos y pagos a estas trabajadoras. Ramona es empleada en el departamento del centro porteño. La pareja empleadora la laman Réimon, conforme sus códigos de clase media alta. Este también es el nombre de la película de Rodrigo Moreno, basada en la rutina de Ramona mientras sus empleadores leen El Capital de Karl Marx. Es una película-ensayo, como la define la crítica, sobre la plus valía, esto es el tiempo trabajado y no pagado, el que transcurre en las cuatro horas que Ramona destina a ir y a volver de su tarea diaria; sobre la escisión entre el conocer (se supone que la pareja conoce lo que lee, Marx) y el ver o el reconocer lo que ocurre en “el metro cuadrado”, verificación empírica de la explotación teorizada por Marx, que es leída mientras se explota. Antes sirvientas, después empleadas domésticas, ahora trabajadoras de casas particulares. No indios sino pueblos originarios. No cirujas ni linyeras sino personas en situación de calle. Se dice que el lenguaje cambia lo real que enuncia. Los avances lingüísticos ocurridos en nuestra cultura parecen no tener correlatos nítidos en las realidades que nombran.
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