Llegó a Río Grande a sus dieciocho años y en su condición de reciente casada. Aquí su familia crecería con dos hijos y ella iría armando su mundo.
En la única escuela fiscal fue maestra y allí desarrolló su interés por enseñar las artes plásticas.
Un día la tragedia cercó su vida, su esposo Héctor Gutraich fue asesinado.
Ya no volvería a Río Grande.
Hoy vive en Vicente López y está al frente de un taller de pintura que reúne múltiples alumnos. Se ve congraciada por premios y distinciones, hasta que un día recibe una comunicación telefónica desde el sur…