En Déjame que te cuente, Luis Bremer estuvo conversando con el biólogo Gustavo Lovrich respecto de la prohibición aprobada en forma unánime por la Legislatura de la Tierra del Fuego en cuanto a la instalación de cualquier tipo de cultivo o producción relacionado a las salmoneras.
Lovrich contó las diferentes formas de contaminación que originan estás practicas:
“Los salmones se alimentan de alimento balanceado, y tanto el alimento como las fecas terminan en el fondo del mar, lo que originan una acumulación de materia orgánica y disminuyen el oxígeno del fondo, lo que mata a los otros animales que viven en el fondo y produce una pérdida de biodiversidad. Por otro lado, el pis y las fecas aportan nutrientes al sistema marino, de los que se alimentan las microalgas, que luego producen mareas rojas, es decir, mareas toxicas que terminan ocasionando el cierre de los cultivos. Las jaulas son de aproximadamente 30 metros de diámetros. Para que esto sea rentable, son varias en un espacio reducido, y eso es como “un quiosco abierto gratis” para lobos marinos. Los lobos marinos tratan de romper las jaulas y los obreros que trabajan en esto, tratan de matarlos.”
Explicó que esta práctica se hace con materiales plásticos y metálicos, los plásticos quedan en las playas, y los metálicos son pintadas con pintura tóxica para el ambiente.
Mencionó también el uso de insecticidas y pesticidas, porque los salmones al estar tan juntos en estas jaulas desarrollan parásitos, para matar esos parásitos bañan a los salmones en insecticidas y esa solución se vuelca al ambiente e impacta negativamente en el plancton que se mueve alrededor de las jaulas. Además, se usan antibióticos y otros medicamentos, debido a que es un sistema de cultivo que se hacinan los animales, las enfermedades se contagian muy rápido, los salmones no metabolizan y excretan muchos de los medicamentos correctamente, y se acumulan en su carne.
Todo lo mencionado previamente hacen que su calidad sea dudosa. Respecto al negocio, comentó que criarlos en cantidad hace su precio mas barato y atiende las necesidades de proteínas en el mundo. Los de menor calidad van a mercados pocos exigentes y los de mayor calidad van a los mercados más exigentes.
Indicó que es más barato, a mediano plazo, la instalación de las salmoneras en el mar que la pesca, teniendo en cuenta los tramites y la inversión. A modo de comparación explico que “un establecimiento de salmonicultura, produce una décima parte de la pesca de merluza en el mar en un año” y que “la tasa de conversión es alta, todo lo que se alimenta al salmón, se convierte en carne. Eso lo hace muy atractivo y rentable, y los precios internacionales son altos”. “Es un negocio barato con un pasivo ambiental importante”.
Señaló como desde los 80 comenzaron cerca de Puerto Mont, y luego llegaron ahora a la zona del Canal de Beagle, y cómo se dieron dos hitos en este proceso que inicio en 2018, uno es la flamante sanción de la prohibición de la instalación en Tierra del Fuego, y el segundo, en 2019, cuando gracias a la movilización de argentinos y chilenos se logró que la justicia chilena retrotrajera las medidas y retiraran las instalaciones que se asentaban en la parte chilena del Canal de Beagle.
Se despidió afirmando que hay que pensar en sistemas alternativos, de recirculación cerrados, de economía verde o circular, en el sentido de disminuir la huella de carbono. Actualmente, existen desarrollos en la salmonicultura que se está moviéndose hacia el cultivo en tierra cerca de los lugares de consumo.
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