Hoy los muchachos se juntan un par de horas antes del partido, cargan celulares, pequeños equipos, una valija con auriculares, algunas cositas más y parten hacia el estadio; la tecnología lo posibilita.
El 8 de julio de 1950, LV4 realizó la primera transmisión deportiva de exteriores: en la cancha de Deportivo Argentino, por entonces el escenario de los partidos de fútbol más importantes, se presentó Banfield para medirse con la Selección Sanrafaelina. El Taladro sería subcampeón de A.F.A. y tenía como presidente a Ramón Cereijo, algo así como el Súper ministro de Juan Domingo Perón.
Para la gente de la radio, la transmisión comenzó muy temprano, por la mañana. Tuvo que tender una línea telefónica entre Bernardo de Irigoyen y Francia (domicilio de la Vieja LV4) y Belgrano y Rodolfo Iselín. Los cables fueron sobre las copas de los árboles y los techos de viviendas a una cierta altura para no ser enganchados por los camiones de transporte. Técnicos, periodistas, locutores y hasta administrativos anduvieron por las altura ayudados por una escalera y entre sí.
Comida frugal para algunos y, ya en la cancha, sobre tres mesas cuadradas, ubicadas dentro del mismo campo de juego, se apoyaron enormes consolas, micrófonos, auriculares, receptores, Ensalada de cables y los papeles que servirían de apoyo para los que Harían Micrófono.
A la mesa se sentaron, en aquellas sillas de totora que los parroquianos usaban en los bares, Emilio Bielli (relator), Edmundo Homan (comentarista) y Tito Alba (locutor comercial).
Miles de espectadores se apretaron contra el tejido de alambre de los cuatro costados (por entonces no habían tribunas) y el Match (por usar la terminología de otrora) les ofreció variados matices, los entusiasmó y culminó 3 a 3. La transmisión de la radio fue un atractivo especial y la gente alargaba las orejas para escuchar algo de lo que emitía un enorme receptor a válvulas, el único, ubicado cerca del puesto de la transmisión radial.
Por la poca cantidad de receptores que había en San Rafael, tampoco fueron muchos los que pudieron escuchar en sus casas por lo que, quienes no fueron a la cancha, se acercaron a un par de comercios del centro que habían instalado parlantes. Algo parecido a lo de hoy cuando la gente se Prende frente a las vidrieras para ver fútbol por TV.
En cuanto a la transmisión propiamente dicha, Emilio hizo gala de sus conocimientos (había jugado en la primera de San Luis) y narró emotivamente, la voz cascada de Edmundo fue contundente en el análisis y Tito Alba puso de manifiesto su capacidad para locutar. Íntimamente vivieron el privilegio de haber sido los primeros en concretar una transmisión deportiva en el interior del interior del país.
Desandar el camino (desarmar lo conectado y retirar la línea telefónica) demandó tanto tiempo como el empleado para la instalación. Todo terminó cuándo caía aquella fría tarde que ya mostraba las fachadas con banderas celestes y blancas; al otro día era 9 de julio.
Por Roberto A. Bravo
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