En La señorita Julia, Strindberg presenta un perfil negativo sobre el mundo femenino, y especialmente sobre la denominada nueva mujer, ambiciosa y literaria, que se ve reflejada en el texto en la crudeza con que los hechos se presentan y en la intensidad con que el autor desciende al fondo de las almas, extrayendo los impulsos del instinto y dejando a un lado cualquier justificación de origen pseudocientífico sobre las leyes hereditarias y la educación.
Esta pieza fue llevada al cine en 1951 por el director sueco Alf Sjöberg y sobre ella se escribió un ballet, coreografiado por la sueca Birgit Cullberg en 1950, además de una ópera creada por el compositor norteamericano Ned Rorem en 1965.
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