“La política es una de las formas más altas de caridad”, dijo Monseñor Angel Rossi, arzobispo de Córdoba, en una reunión con candidatos a gobernador e intendente. Subrayamos para comentar ésta y otras de sus definiciones dichas en esa oportunidad. Por ejemplo: tender puentes, no quedarse en las polarizaciones sino crear en “un nosotros”, porque “la unidad supera el conflicto”. “Nunca el servicio es ideológico; se sirve a las personas, no a las ideas”. Decimos nosotros: la caridad es un gesto individual que ayuda a un otro necesitado. Algo muy insuficiente si pensamos en palabras como solidaridad, justicia, igualdad, pero necesario. Qué de reprochable podría tener el hecho de dar algo a alguien que pide en la calle. Pero la política es otra cosa, no individual sino social, pública, colectiva. Es mas realista definir a la política como relaciones de poder que vinculan a personas, grupos, clases sociales y hasta Estados nacionales.
Relaciones de poder que se pueden verificar en lo micro y en lo macro. En las relaciones jerárquicas de una empresa o institución y en la relación entre dominadores y dominados de una sociedad cualquiera. Las relaciones de poder son asimétricas por definición. Siempre hay un polo que decide sobre la vida del otro sin el consentimiento de ese otro. Y la asimetría no se revierte a partir de la buena voluntad de los involucrados en la relación. Se democratiza a partir de lo que desde hace unos años llamamos “empoderamiento” del polo desfavorecido en esta relación: pobres, mujeres, trabajadores, otros. Y para eso está la política. En este sentido también podemos discutir con Monseñor Rossi cuando dice que “nunca el servicio (entendido como ‘política’) es ideológico.
Pasa que las ideas o las ideologías son las que permiten reemplazar a la caridad por la solidaridad y ésta es la que permite llegar a la igualdad y justicia. Los conflictos y polarizaciones están en la realidad social, no en el espíritu de las personas, y no se las resuelve con la sola voluntad de los actores. Y la unidad no supera al conflicto. Sí podemos coincidir con Monseñor Rossi cuando dice que es necesario crear “un nosotros”, aunque debemos apuntar que no es un nosotros universal que incluya, por ejemplo, a 47 millones de argentinos y argentinas.
Sí es necesaria la definición un “nosotros popular” que tenga en claro que la unidad no supera al conflicto, sino que el conflicto, correctamente orientado, es lo que permite romper con la unidad de la injusticia y de la desigualdad, y construir una nueva unidad. De esta manera, en esta nueva unidad, la política podrá ser una de las formas mas altas, no de la caridad, sino de la igualdad y la justicia.
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