OPINIÓN

La pobreza y los eufemismos cuando se habla de futuro

En la Argentina, 8,2 millones de niños y adolescentes viven hoy en hogares con algún tipo de privación. Así lo estima el último informe elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA), en el que advierte que la pobreza infantil trepó al 62,5%, sumando algo más de dos puntos porcentuales respecto al año anterior.

Casi la mitad de la infancia urbana reside en un hogar que no alcanza los ingresos promedio necesarios para adquirir una Canasta Básica Total familiar de aproximadamente $15.135 y, por tanto, son pobres, mientras que un 10,2% no alcanza ingresos suficientes para adquirir una Canasta Básica Alimentaria familiar de $ 6.189, es decir que son indigentes.

El estudio, elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, señaló que los datos más alarmantes se registraron en el Conurbano: en ese territorio la pobreza alcanza al 75,3% de los niños.

Por otro lado, el trabajo sostuvo que "en el derecho a la educación” medido en chicos de 4 a 17 años, “el 19% de los chicos, registra privaciones.

Cuando se avalúa el derecho al saneamiento, el informe estima que en 2017 el 24,7% de la infancia nacional carece de acceso al agua de red y/o de inodoro con descarga en el interior de su vivienda, mientras que el 30,2% de los niños/as y adolescentes se encuentra en viviendas precarias en términos de los materiales de su construcción.

En cuanto al derecho a la salud, el Observatorio de la UCA estimó que el 23,3% a la población infantil observa algún tipo de privación al respecto. Asimismo, el 17,3 por ciento de esos chicos tiene déficits en cuanto a su calzado y el 20,3 no tiene ninguna prenda de vestir nueva.

Detrás de los fríos números estadísticos se esconden tantos dramas como personas que la padecen. "Esta deuda social es un hermano que sufre y tiene derecho de abrirse camino él también en la vida", concluye el informe. No se puede más que coincidir.

Cuando se habla de futuro (y en esta categoría incluyo a ciudadanos comunes, comunicadores y clase dirigente, oficialista u opositora) hay que hacer especial hincapié en datos como los precedentes. Caso contrario, el “futuro”, ese al que tanto se echa mano en los discursos, no es más que una mera cuestión temporal carente de contenido y, sobre todo, de evolución.

Por Alejandro Sosa