Carla Lucero es de Río Cuarto, Córdoba. Tiene 27 años, sonríe seguido, con ganas y es jugadora profesional. Hoy ronda el puesto 700 del mundo de la WTA. Llego a estar 360 en su mejor momento, pero todos tenemos una historia. Buena o mala. De superación o de bajón total. La de ella es del superación. El premio, justo, a nunca bajar los brazos.
“Nunca dudé en volver a jugar al tenis, mas allá de algunas lesiones que me iban retrasando. Ahi vi que iba a costarme mucho. Se te acomoda la cadera, se te desacomoda la espalda”.
Un importante accidente de transito se interpuso entre su futuro inmediato como tenista de elite y su vida misma. Fue el 9 de febrero del 2012. Ella volvía, después de una semana de entrenamiento-pretemporada, de Villa del Dique hacia su Rio Cuarto. Venia durmiendo en el primer asiento. Ella no recuerda el accidente. Le contaron todo cuando se despertó... 4 días después.
El parte medico indicó fractura expuesta de fémur derecho, luxación de cadera izquierda, desplazamiento de tres costillas que le provocaron un edema pulmonar, golpes en el rostro y traumatismos en cabeza y extremidades.
“Yo estaba pendiente de mis resultados, de mi ranking. Ahora es lo mismo si estoy 800, 700 ó 600, aunque claro que prefiero estar lo mejor posible para ingresar a los torneos. Pero no tengo un objetivo de ranking”, explica.
“El entorno fue fundamental. Me apoyé en mis amigos, mis entrenadores, en mis familiares. Cuando me decían que estaba la posibilidad de no volver a jugar yo creía que estaban locos”, contó y agregó que “como estaba pasada de morfina decía muchas pavadas. Salían algunos amigos creyendo que yo no iba a quedar bien de la cabeza” cuenta Carla y suelta una buena carcajada.
En la actualidad Carla cuenta aquel accidente con naturalidad. Habla de su recuperación total que le demandó dos temporadas perdidas en el circuito de WTA. Como aprendió a caminar de nuevo y su sueño de volver a jugar.
Si bien hoy no tiene limitaciones físicas importantes (aunque acepta que se lesiona más seguido) dice tener aún un problema en la cadera derecha y sacarse el clavo que tiene en la pierna “pero ya no me vuelvo a operar hasta que no deje de jugar”, acepta.
“Hoy voy a jugar un torneo, con relación a ‘mi anterior etapa’, la disfruto de otra forma. La adrenalina se siente, no quiero perder, claro. Pero valoro enormemente poder jugar al tenis después de lo que me pasó” explica una sonriente Lucero.
Hoy tiene otras expectativas en la vida, aunque jugar al tenis en lo que la hace más feliz. Se recibió el año pasado de periodista (estudio por internet, a distancia, pero los finales los dio en la Universidad de Córdoba) y ahora sigue la carrera de producción de medios audiovisuales. También es parte importante en las relaciones públicas del Complejo OSPACA de Villa del Dique, donde entrena y vive la mayor parte del tiempo que está en el país.
“Estando en silla de rueda empecé a valorar muchas cosas que antes no le prestaba atención. Como levantarme. Aprender a caminar de nuevo. Me decían en rehabilitación... Primero apoyá el talón, luego la planta del pie. Te rompe la cabeza. Un día no pude hacer algo tan simple como darme vuelta en la cama y me puse a llorar”, recuerda.
Ahora Carla agarra su raquetero y se va a jugar un torneo. O un entrenamiento. Para disfrutar del tenis, y de la vida...
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