La historia de este joven neuquino recomenzó en 1976, fue cuando un tío confió en él y así llegó a Suiza a una pequeña Villa que impactaría en su vida: estaba vivenciando un intercambio estudiantil.
Empleado en una empresa sismográfica llegó a Río Gallegos: “yo trabajaba en un camión blanco, apretando el botón rojo”, dice simplificando su tarea.
En Gallegos renació en él la posibilidad de fomentar estos intercambios, era el año 1993, más tarde en Río Grande crecería su responsabilidad constituyéndose por el año 2000 en Delegado local.
La actividad creció generando una suerte de embajadores a diversos lugares del mundo, y receptivamente recibiéndose a alumnos que llegan aquí para aprender.
Una gestión de perfil bajo fue la característica de esta actividad que hace diez años, por una ordenanza municipal, consigno a los jóvenes que salen al mundo como “Embajadores culturales” de nuestra comunidad. Y en todo este tiempo ya han salido 200.