No sé a quién se le ocurrió la brillante idea, ni cuándo, pero en los años sesenta ya se realizaba. Y en los setenta, también.
Con el inicio de setiembre, los colegios elegían democráticamente un representante y luego se hacía un sorteo para que quedaran tres afortunados. Ellos conformaban la Comisión de la Semana Estudiantil. Lo de afortunados era por el orgullo que daba el rol, pero tenían trabajo a destajo: desde conseguir los premios hasta gestionar ante la policía que cortara la avenida Hipólito Yrigoyen. Todo a pulmón. Al tiempo, establecían un cronograma de actividades para la semana previa al 21 de setiembre que incluía no solo la Farándula: con la ayuda de profesores muy “gambas” organizaban concursos literarios, pictóricos, de preguntas y respuestas y artísticos. Éstos últimos eran festivales folclóricos y de música moderna. Que se armaran los grupos del primer género era relativamente sencillo: un par de guitarras, un bombo, voces y ¡A actuar! Integrar los del segundo era más complicado, aunque viabilizaba la generosa colaboración de los grupos musicales de moda (Los Shaggys, Los Disconautas y otros) que prestaban los instrumentos. De todos modos había que compatibilizar horarios de clases con ensayos (el único día en que no se iba al colegio era el 21) y adaptarse: para aficionados no era lo mismo tocar la batería que el bombo, las guitarras eléctricas que las criollas ni el órgano que el piano. Pero también había escenario: Los Maristas acogía a miles de jóvenes que hacían barra por los suyos en un clásico: el Festival Beat.
La última actividad, la frutilla del postre era la Farándula Estudiantil: mucho trabajo para los estudiantes de las escuelas técnicas que participaban de la categoría alegóricos e ingenio para el resto que elegía el rubro jocoso. Anécdotas: Entre los primeros, recuerdo un Caballo de Troya magnífico. Entre los segundos, un carro dónde un muchacho estaba sentado en un inodoro con una vela en la mano; el título era Luz y Fuerza…Ganó, por supuesto. Otro lo integraban tres robustos adolescentes en pañales; no ganó pero una inscripción que decía “Los gorditos se alimentan en Jhin 57” lo hizo acreedor de un buen dinero por la publicidad al más grande supermercado de entonces.
Los chicos de hoy también le ponen el alma y brillan en trabajo e inventiva como los de antes (lo van a demostrar el domingo, seguro). Son los verdaderos protagonistas y los dueños naturales de la fiesta. Lo que me cuesta comprender es porqué la propaganda oficial presenta a la Farándula como propia hablando de décimo segunda edición cuándo tiene al menos medio siglo. ¡Ah! Y que el festejo se haya postergado, tan luego para octubre…
Por Roberto A. Bravo
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