El expresidente de Bolivia Evo Morales pidió en las últimas horas a sus seguidores aceptar el 18 de octubre próximo como fecha para las elecciones generales, en un intento por frenar las protestas y bloqueos contra el retraso de los comicios, pospuestos ya en dos ocasiones, y las amenazas del Gobierno de facto de una mayor represión.
"Hay compañeros que dicen que por lo menos sea el 4 o el 11 de octubre, pero no el 18. Yo me pregunto, ¿para qué estar peleando por una semana? Creo que no tiene sentido esta clase de planteamiento. Por dos semanas o tres no vamos a hacer problemas", indicó el exmandatario, refugiado en la Argentina, en un encuentro con jóvenes por Facebook Live.
Más tarde, en un mensaje dirigido a los que se siguen oponiendo a una tercera postergación de las elecciones, la presidenta de facto, Jeanine Áñez, pidió desbloquear la situación y volvió a responsabilizar al partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), pese al cambio de posición del exmandatario.
"El camino del diálogo es el correcto. Hay elecciones el 18 de octubre. No hay motivos para el bloqueo. El MAS debe levantar el bloqueo y dar paso al oxígeno. Unidad frente al bloqueo y unidad por la democracia", escribió Áñez en Twitter.
Las elecciones presidenciales y parlamentarias estaban previstas inicialmente para el 3 de mayo, pero se aplazaron sin fecha determinada por la pandemia de coronavirus.
El Congreso, en el que el MAS de Morales tiene mayoría, las fijó para el 6 de septiembre tras un acuerdo con las autoridades electorales, pero el mes pasado el Tribunal Supremo Electoral (TSE) las volvió a posponer al 18 de octubre por la crisis sanitaria en acuerdo con el Gobierno de facto por el aumento de las cifras epidemiológicas.
Los seguidores del MAS, sin embargo, creen que se trata de una estrategia dilatoria para perjudicar a su candidato presidencial, Luis Arce, y hace diez días iniciaron protestas convocadas con cortes de ruta por la Central Obrera Boliviana (COB) y sectores aliados al exmandatario.
Las protestas y bloqueos no solo desataron una ola de amenazas de represión y un nuevo quiebre institucional, sino que llevaron al borde del colapso a muchos hospitales que están liderando la gestión de la pandemia de coronavirus.
La Iglesia Católica y la Organización de Naciones Unidas (ONU) convocaron a un diálogo para solucionar esta crisis político-social, pero su inicio se ve demorado por las divisiones internas en el MAS, la COB y el propio Tribunal Supremo Electoral.
De acuerdo con el diario El Deber, el principal escollo para las negociaciones en estos momentos es que los manifestantes, principalmente mineros y campesinos de La Paz y El Alto, reclaman ya la renuncia de la presidenta de facto Jeanine Áñez, algo que no comparten desde el MAS porque creen que eso solo retrasaría aún más los comicios.
En medio de esta situación de bloqueo y creciente tensión política, el ministro de Interior, Arturo Murillo, aseguró esta semana, en una entrevista con la cadena CNN, que "lo políticamente correcto sería meter bala", aunque luego consideró que aún es posible resolver el conflicto antes de una eventual intervención militar.
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