Así se expresó Ernesto Espeche Vega, autor del libro 39 metros, del que dialogó durante el programa Muchas Gracias. “Eché mano a la crónica, al testimonio, al ensayo y no pude más que desarrollar un par de páginas, entonces aparece de la nada y sin pedir permiso la ficción. Entonces el protagonista se aparta del autor y aparecen voces...Es un libro de un viaje hacia abajo, hacia la memoria y se disuelve el pasado y el presente...La memoria es incompleta, es una memoria fragmentada...entonces el lenguaje literario hizo que aparecieran esas palabras que no encontré en ningún otro género” relató al expresar las motivaciones para escribir sobre el hallazgo de los restos de su padre, en un pozo en Tucumán.
“Mi experiencia con mi papá tuve que inventarla, armarla, en ese pozo es donde se produce el reencuentro que de otra manera no hubiera sido posible” explicó.
Espeche Vega comentó que “quienes han leído la novela entienden que el protagonista no vuelve, que se quedó ahí. Y también están los niños rescatistas a través de un rito, quienes logran que el personaje no se quede allí, no establezca morada definitiva en el infierno...la gran pregunta de la novela es si se puede volver de ahí o no”
En el libro aparecen las voces “de esa maestra de 3er año que decía que de eso no se habla, los médicos que fueron compañeros de mi papá”.