Mariano Boccazzi tiene 47 años y pasó la mitad de su vida en prisión. Primero fue el robo de un estéreo, luego fue un auto; le siguieron dos causas más por robo a mano armada y tiroteo. Le da hasta vergüenza, dice, pero hoy Mariano "capitalizó" esa experiencia y trabaja con aquellos chicos y adultos que recuperan su libertad.
En una entrevista con la Radio Pública, Mariano, que recuperó su libertad en diciembre de 2015, cuenta que hace esto "por el otro y por mí", para que todo lo que pasó "no sea en vano". "Pretendo que no sea en vano todo lo que pasé, capitalizar esa experiencia positivamente", explica.
Además, elabora una crítica contra el funcionamiento del servicio penitenciario, que debería trabajar en la reinserción de los detenidos. Allí, señala, el único camino que propone el sistema es el de la violencia y la droga, y atenta contra cualquier intento para educar. Cada vez que impulsaba un proyecto de este estilo para los presos, Mariano era trasladado a otro penal. "Las palabras trabajo y educación son subversivas", afirma.
Por eso, una vez afuera, muchos regresan al camino de la delincuencia. "Las huellas psicológicas son mucho más profundas que las psicológicas", asegura. "La frustración de no poder insertarte en ningún lado es lo que provoca, en la mayoría de los casos, que salgamos corriendo para adentro de nuevo. A ese lugar malo pero conocido", expresa.
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