“Nosotros vamos a poner las cosas en su lugar, de una vez y para siempre”, afirma Patricia Bullrich. La consigna supone lograr los cambios estructurales que estabilicen el capitalismo neoliberal, de una vez y para siempre. Lo que despectivamente llaman “populismo” desacomodó las cosas o “sus” cosas. Y a través de transformaciones estructurales propone, dicho con el título de un periodista de La Nación + nacido en Córdoba, “populismo nunca más”. Con sentido inverso, debió ser principio de interpretación y acción de las fuerzas democráticas, progresistas, nacional-populares que gobernaron desde 1983 hasta la fecha. No lo fue. Por este motivo, el neoliberalismo inaugural de Martínez de Hoz va y vuelve. Desde el día uno de estos 40 años de democracia liberal representativa era necesario “un nuevo orden, de una vez y para siempre”. Para que el orden posneoliberal sea duradero en el tiempo era y es necesario desestructurar y aún destruir las bases del viejo orden. Bullrich quiere no dejar piedra de lo que alguna vez fue el Estado de Bienestar. Desde la vereda de lo popular se trató y se trata de hacer lo propio con el Estado neoliberal y también para siempre. Esta meta requiere -con 40 años de retraso- derogar la Ley de Entidades Financieras y todas las leyes de la dictadura todavía vigentes. La banca no puede seguir funcionando con las lógicas del capitalismo financiero. Si “nacionalización de la banca” suena muy fuerte, que el gobierno popular pero moderado piense en alguna alternativa mas prudente. Sin la nacionalización del comercio exterior no podemos hablar siquiera de país soberano. Esta medida destruiría otro eslabón duro del viejo orden neoliberal. La necesidad y viabilidad de una Reforma Agraria aquí y ahora es argumentada por Pedro Peretti, activo pequeño productor agropecuario y militante kirchnerista, con sólidos y realistas argumentos. Estas medidas, entre otras reformas estructurales permitirían “poner las cosas en su lugar, de una vez y para siempre”. Lo que dice Bullrich, con una dirección antagónica.
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