Hugo Alanís es otro de los sacerdotes católicos a quien le ha tocado atravesar esta situación de pandemia en un lugar de conflicto. Oriundo de San Luis, cursó su formación religiosa en San Rafael y se encuentra misionando en Siria desde el año 2009, desde mantuvo una extensa charla con LV4.
“Vivía en Jordania, era párroco de la iglesia que la congregación tiene allí. El Obispo me solicitó que atendiera a la comunidad de hermanas del Verbo Encarnado en Alepo. Por 6 meses estuve yendo y viniendo a mi parroquia de Jordania, hasta que pudo venir un sacerdote a quedarse en Alepo. Desde entonces volví a mi parroquia en Jordania. Pero a finales de 2017 volví ya para quedarme”.
Por dos años permaneció solo a cargo de la parroquia, hasta la llegada del sacerdote sanrafaelino José Enrique González.
Respecto de la situación, mencionó que lo más crítico de la guerra ya ha pasado. El mayor conflicto se vivió durante la Navidad del año 2016, momento en que Alepo y otras tantas ciudades estuvieron a punto de quedar en manos del Isis, situación que fue evitada por el ingreso del ejército ruso. El conflicto se mantuvo controlado hasta fines del año pasado, cuando hubo una serie de fuertes enfrentamientos, atenuados recientemente por el accionar del gobierno.
“Ahora, después de la guerra la situación está bastante bien, si se compara con otros países de Medio Oriente. Los que estamos bajo la órbita del gobierno, en general lo cristianos estamos muy bien, algo que lamentablemente los medios no han transmitido correctamente. Al inicio de la guerra se habló de un conflicto civil, pero no era exactamente de eso. Muchos de los grupos que vinieron a luchar, venían de Europa e incluso de Sudamérica. El único problema grande que tenemos es económico. El país ha quedado prácticamente quebrado. Todo es muy pobre, las escuelas, los hospitales. Alrededor de las ciudades todo está en ruinas. Nuestro apostolado acá, por supuesto inicia con lo religioso, nuestra comunidad cristiana es pequeña, pero tenemos varios programas de asistencia social y cuidamos tanto a cristianos como a nuestros vecinos musulmanes”.
Aseguró que la pobreza es extrema. Una familia vive en con ingresos que promedian entre 30 a 50 dólares y necesitarían no menos de 400 para no caer por debajo de la línea de pobreza.
Finalmente el Padre Hugo agradeció la posibilidad de comunicarse con San Rafael, de cuya gente tiene muy buenos recuerdos y al mismo tiempo pidió que sean generosos en la oración.
“En todo el mundo hay mucha necesidad y no tenemos que olvidar a aquellos que nos han transmitido la fe. Por eso a quienes la tienen les pido que así como nos han ayudado otras veces, lo hagan ahora desde la oración. Y a los que no tienen fe, que se animen también a elevar una oración, tal vez alguien los escuche”.
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