Oscar “Cholo” Gómez Castañón charló con Mario Pollero, propietario en tercera generación del almacén Lo de Puri.
Mario Pollero es descendiente de los fundadores, su bisabuelo paterno fue quien en 1930 creó este espacio de campo para el servicio de los habitantes de la zona y para los visitantes que llegaban desde otros puntos de la geografía. Actualmente se sigue trabajando en familia, Mario reside en una casa contigua al almacén y con su pareja, sus hijas y un primo se encargan de la atención al público.
“Fue mi bisabuelo, el abuelo de mi papá, quien lo fundó. Lo hizo para un tío y allí lo trabajaron varios años, luego lo alquilaron durante muchos años y finalmente, lo puede recuperar
Con el corazón puesto en el local que siempre fue propiedad de la familia, Polleri narra acerca de las instalaciones: “Son paredes de ladrillos, de 45, anchas y asentadas en barro. Las puertas son grandes, de dos hojas, típicas de aquellos años y yo le hice dos ventanas nuevas para que entre un poco más de luz, ya que las ventanas de antes las hacían angostitas. Se conserva prácticamente igual, excepto la barra que era de madera y que la hice de ladrillo. El piso era original, de ladrillo, los tirantes de pinotea, y el techo también es el original”.
El “paisaje” de “Lo de Puri” se completa con las tradicionales estanterías, altas hasta el techo, en donde la mercadería era cuidadosamente colocada: “Hay que subir por la escalera sino no se llega”- dice entre risas, Mario- “Era increíble lo que trabajaba la gente de antes, con ladrillos grandes, casas largas y altas. En el techo, entre las tejas y la chapa lleva barro”. Hay lindas reliquias en exhibición tales como botellas de bebida, sifones, la heladera antigua de madera que funciona perfectamente y “que se cierra a portazos”, pero sin dudas “la vedette” del almacén es la balanza antigua con pesas: “Recuerdo que yo tenía cuatro o cinco años cuando esa balanza ya estaba”, recuerda Polleri.
La Estación Altamira, a menos de 10 Km de Mercedes, homenajea en su nombre al historiador y jurista español Rafael Altamira. Correspondió este lugar al Ferrocarril General Belgrano de Trocha Angosta, que luego fue absorbido por el de cargas. En 1908 se la habilitó para el transporte de pasajeros, cargas, encomiendas y telégrafo. La Asociación Amigos del Belgrano realiza actualmente tareas de mantenimiento y preservación, conservando el edificio y ofreciendo una hermosa exhibición de zorras y otros elementos relacionados a la tarea ferroviaria.
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