COLUMNA DE OPINIÓN

Adicciones: el quid es el autocontrol

A menudo nos referimos a hábitos de consumo (alcohol, drogas sociales, tabaco) tan nefastos que, más tarde o más temprano, dejan huellas en la salud física y mental; Es muy difícil convivir con algo que encadena y atrapa tan poderosamente que hasta quiebra las voluntades más férreas.

 

Cuando se toma ese camino redondo (no conduce a ningún lado, siempre vuelve al comienzo) darse cuenta lleva tiempo y ello generalmente sucede cuando la ayuda profesional trata de poner claro sobre oscuro.

 

La etapa siguiente es toda una odisea donde terapia y afán tratan de sacar lo enquistado. Es doloroso en todo sentido pero, quienes quieres emerger, no tienen otras alternativas.

 

Ese es, asimismo, un tiempo de preguntas con respuestas que no valen de mucho si no logran modificar el escenario imperante.

 

Decíamos lo de “más tarde o más temprano” ya que el deterioro de la salud puede demorar y, está claro, hoy no son vistos como papelones borracheras y demás. Son muchos los que integran ese club y hasta se vanaglorian de su calamitoso estado.

 

Distinta es la adicción al juego: esa dependencia psicológica que es la Ludopatía. Los efectos negativos (perder plata o no ganarla) son inmediatos y, además de la pérdida material, hay frustración. Mucha. Son tan insoportables tristeza, ansiedad, depresión, irritabilidad como los deseos irrefrenables de volver a apostar.

 

Las consecuencias: deudas, pérdidas patrimoniales, ilegalidades y desatención familiar, por nombrar algunas.

 

Como se actúa ante cualquiera de las otras adicciones, respecto de la Ludopatía también hay que advertir sobre lo fatídico del descontrol a edades tempranas.

Por Roberto A. Bravo