Símbolo de la lucha por la soberanía de las Islas Malvinas, el Operativo Cóndor fue una acción que un grupo de 18 jóvenes militantes de la Juventud Peronista diseñó y ejecutó con la finalidad de recuperar el territorio argentino, en manos inglesas.
Consistió en secuestrar en pleno vuelo un avión comercial de Aerolíneas Argentinas que en la madrugada del 28 de septiembre de 1966 había despegado del aeropuerto Jorge Newbery de Buenos Aires hacia Río Gallegos.
Dardo Cabo, activista de los sectores más combativos del justicialismo, se encargó de planificar esta acción y de convocar al grupo que llevó a cabo la arriesgada misión de viajar a las Malvinas con el propósito de "reafirmar los derechos del país" sobre esos territorios.
El plan requería apoderarse de un avión DC-4 de Aerolíneas Argentinas, que hacía una ruta regular hacia Tierra del Fuego; y la fecha para la concreción del operativo no era casual, ya que en esa nave viajaba el contralmirante José María Guzmán, gobernador de facto de un territorio que comprendía a las Malvinas.
El DC 4 despegó desde Buenos Aires a las 0.30 y llevaba también un pasajero célebre que había sido convocado por Cabo con la promesa de "tener una gran primicia", y se trataba de Héctor Ricardo García, editor del diario Crónica y de la revista Así.
A las 6 de la mañana, cuando el avión volaba sobre la Bahía San Julián, en Santa Cruz, Dardo Cabo y Alejandro Giovenco se dirigieron a la cabina del piloto, Ernesto Fernández García, quien, sorprendido, sólo atinó a reírse cuando le dijeron que debía desviar el rumbo hacia las Malvinas.
"No jodan, muchachos", afirmó el piloto, y recibió como respuesta una cortante orden de parte de Cabo: "Esto no es chiste; estamos armados. Haga lo que le decimos".
El aterrizaje se produjo a las 8, en una pista de turba, y pese a la gran maniobra que realizó, el piloto no pudo evitar que una rueda de la nave se hundiera en el suelo del aeródromo de Puerto Argentino.
La presencia del avión se convirtió en toda una novedad para la comunidad isleña, y varios de sus integrantes concurrieron al aeropuerto a ver qué pasaba.
Dardo Cabo comunicó al continente que el operativo se había cumplido con éxito y la noticia se recibió con mucha efervescencia en los ambientes políticos y estudiantiles de Buenos Aires.
Rebautizaron Puerto Stanley como “Puerto Rivero” en homenaje al gaucho entrerriano Antonio Rivero que en 1833 resistió la invasión británica del archipiélago.
Al mismo tiempo, izaron un total de siete banderas argentinas que, por primera vez en más de 130 años, flamearon en las islas.
El presidente de facto, dictador Juan Carlos Onganía calificó al hecho como "un acto de piratería", temeroso de que se generara un incidente diplomático con Gran Bretaña.
Transcurridas 36 horas de permanencia en el aeropuerto y la entrega de una carta al gobernador de Malvinas, Sir. Cosmo Dugal Patrick Thomas Haskard (ausente ese día), los argentinos se rindieron tras la negociación del sacerdote católico que oficiaba en las islas, el holandés Rodolfo Roel, quien durante el operativo ofreció una misa para los argentinos.
Tras la rendición, "los cóndores" quedaron alojados en un galpón y luego trasladados al buque de la Armada Argentina Bahía Buen Suceso.
Fueron alojados en el penal de Ushuaia y juzgados por la justicia de Tierra del Fuego, que, al no existir jurisprudencia que penara la piratería aérea, se limitó a dictar condenas por el delito de privación ilegítima de la libertad, portación de armas y asociación ilícita.
Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez debieron pasar tres años en prisión debido a sus antecedentes penales, en tanto que el resto de los integrantes de la misión quedaron libres tras nueve meses de confinamiento.
Recordamos este reclamo de soberanía que trascendió al mundo en plena dictadura de Onganía, a partir de las voces de sus protagonistas, conservada en el Archivo Histórico de Radio Nacional.
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