Violinista, compositor y director de orquesta, Julio De Caro, de quien el 11 de marzo se cumplen 45 años de su muerte, fue una figura central de la renovación tanguera iniciada a mediados de la década del '20 del siglo pasado, una trascendencia plasmada en el hecho de que se haya instaurado el Día Nacional del Tango a la fecha del 11 de diciembre que comparte como natalicio con Carlos Gardel.
Aún con diferencia de años entre ambos (De Caro nació en 1899, nueve años después que el "Zorzal criollo"), el homenaje compartido da cuenta - más allá de las diferencias de popularidad- de un calibre común dentro de la más porteña de las músicas argentinas.
El tango que enemistó a la familia
El aporte de De Caro al tango tuvo como eje el predominio del pulso melódico que incorporó al género como fruto de una formación académica legada por su padre José - quien fuera director del conservatorio del Teatro della'Scala de Milán-, aunque dicha herencia se cortó por el rechazo paterno para con una música de arrabal que cautivó a tres de sus 12 hijos: Julio, Emilio (también violinista) y Francisco (pianista).
Interrumpido para siempre aquel lazo familiar, los hermanos confluyeron en el sexteto que Julio dirigió desde 1924 y que además en su "Guardia Nueva" alumbró el protagonismo del bandoneón en manos de Pedro Maffia y Pedro Laurenz.
Antes de esa decisiva experiencia propia, había pasado fugazmente por la orquesta de Eduardo Arolas y luego se integró a la formación comandada por Juan Carlos Cobián, otro artista esencial en la transformación sonora de la música ciudadana de entonces quien también junto a Enrique Delfino sumó partituras e incorporó elementos orquestales al desarrollo musical de las piezas permitiendo la aparición de contrapuntos, contracantos y compases sincopados.
Los temas más emblemáticos
"Loca bohemia" y "Flores negras", ambas de su hermano Francisco, y las propias "Boedo", "Tierra querida", "Copacabana", "Chiclana", "El arranque", "El monito", "Guardia vieja", "La rayuela", "Loca ilusión" y "Todo corazón", son parte de un repertorio que supera las 400 obras, que dan testimonio de un abordaje estético que inauguró nuevas perspectivas para el tango y que dejó una huella luego retomada - cada quién a su modo- por Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo y Astor Piazzolla, este último creador de "Decarísimo" que opera como explícito homenaje al músico que se retiró en 1954 y falleció 26 años más tarde en la ciudad de Mar del Plata.

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