“La pregunta es para el vino/ Porque yo quiero saber,/ Para beber la verdad
En dónde debo beber” – escribió Ariel Petroccelli.
¿Será el vino el rocío de adentro, el que reclama la íntima aurora, el que intenta alcanzar definitivamente el sol secreto del alma (o de eso que sospechamos es el alma, tal vez la nube de adentro, el lunfardo del ángel que muy pocas veces comprendemos, o la manera en que el jazmín continúa perfumando a las casas perdidas en nuestra memoria)?
¿O quizás el vino sea, agua del crepúsculo interior, el río en el que navega, la barca de los antiguos días? ¿Acaso el vino, la secreta trama de dios en el sorbo, el cauce eterno de la pasión humana? De Homero a José Hernández, el vino (ni Ulises, ni Martín Fierro hubieran existido, sin vino, semejantes heridas del mundo, sólo pueden ser traducidas de esa manera, vino mediante) De los tiranos a los esclavos, vino (Los tiranos creyéndose dueños del imperio, bebían vino, con sus paladares de amos, ignorando que el vino de mala calidad que confinaban a sus esclavos, tenía el sabor insurgente de la esperanza de la Libertad) De Cristo al cartonero, vino (el cartonero bebe su vino, quizás sin saber que es la sangre del hijo de un Dios, le que le alivia, por una breve eternidad, la sed de su desasosiego)
¿Será el vino, agüita donde los ocultos niños del espíritu alcanzan sus barquitos imaginarios? ¿Acaso la lluvia del mundo donde habita lo que realmente somos? Quizás el vino sea el prólogo del océano que vendrá, del trago de abismo que seremos mañana
“Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia/ como si ésta ya fuera ceniza en la memoria” Jorge Luis Borges
¿Será el vino el balbuceo que callaron definitivamente los viejos sedientos? (los que murieron buscando las otras agua, o como diría Facundo Cabral, buscando agua, encontraron petróleo, y murieron de sed) ¿Será el vino, el mar pagano, que azota el corazón del minero? (al que el vino le devuelve los años de sol y lluvia que perdió en la mina)
“En el vino está el secreto/ no lo vayas a contar/ en el punto de embriagarte
sólo para de tomar./ si te ven la luz del alma/ no te van a perdonar (Ariel Petroccelli)
Un mismo alarido en la boca de millares de hombres, espectro milenario que en la garganta del humano, se cuela en el corazón hasta encontrar la secreta respuesta escondida en la uva durante siglos.
Si Adán y Eva por morder la manzana fueron desterrados del Paraíso, los hombres por beber vino fuimos condenados al mundo.
Locución: S. M. Tovarich
Idea y Guión: Pedro Patzer
Edición Artística: Fernando Salvatori
Producción: Fabiana Álvarez – Alejandro Carosella
Actor Invitado: Oscar Naya
Dirección Artística: Marcelo Simón
Etiquetas: El vino, Salamancas y caminos