La Educación Sexual Integral (ESI) será obligatoria en las escuelas de todo el país y habrá un contenido mínimo que los estudiantes deberán aprender y aprobar como una asignatura más, según lo aprobado ayer por los ministros de Educación de todas las jurisdicciones en el Consejo Federal.
El ministro Alejandro Finocchiaro aseguró que, para dar este fuerte impulso en la currícula, triplicará la inversión en educación sexual llevándola de 38 a casi 100 millones de pesos.
Los resultados del reciente Operativo Aprender dieron cuenta que ocho de cada diez alumnos mencionaron a la educación sexual como un tema que falta dar en las escuelas.
Para muchos podría parecer hasta una obviedad formativa en los tiempos que corren, pero su puesta en práctica fue más costosa de lo que podría imaginarse lógicamente. La ley nacional 26.150, cuya sanción data del mes de octubre de 2006, creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral buscando garantizar el derecho de los estudiantes de todo el sistema educativo a recibir "educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada" de todas las jurisdicciones. Sí, y aunque parezca mentira, recién once años después de esa orden legal lo normado pareciera ir hacia su concreción en las aulas.
En el medio, y como cada vez que se da una discusión que incluye factores “morales” o religiosos, la faceta más conservadora de nuestra sociedad hizo lo suyo para que aquello que consideran contrario a sus creencias o dogmas no sea enseñado, más allá de las evidencias científicas y fácticas que demuestran el perjuicio de la falta de educación en temas como el analizado.
Los abusos sexuales a menores y los embarazos adolescentes son dos de las temáticas que deberían preocupar a la mucha veces conservadora sociedad mendocina y que podrían haberse abordado seriamente con una formación sistemática desde el ámbito educativo formal. Sin embargo, las presiones externas pudieron más y así tuvimos que esperar más de una década para que esas enseñanzas sean brindadas masivamente.
El 2018 pareciera ser el año en el que, por fin, la educación sexual sea parte sustancial de la enseñanza que imparte el Estado. Ojala el hecho sirva, además, para evitar discusiones inútiles, donde el fanatismo y la sinrazón solo aportan pérdidas al valioso tiempo de la evolución.
Por Alejandro Sosa
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