Hoy estaba tentado de leer algunas de las estrofas del Martín Fierro. “Vengan Santos milagrosos, vengan todos en mi ayuda…”. Por ser tantas y tan buenas me perdí en la elección. Hubiera sido adecuado. Por la efeméride de la fecha, digo: el nacimiento de José Hernández. No faltará oportunidad de repasar esa especie de Biblia Criolla que los viejos de antes sabían de memoria.
Hoy se trata de tradiciones y, entonces, que mejor que hable de LV4 el medio de comunicación más tradicional de San Rafael; el más viejo con casi 80 años de existencia y, más que eso, de vigencia.
De modo tal que debiera citar a aquellos locutores, periodistas, técnico operadores y administrativos que pusieron talento + trabajo. Claro que, son tantos, y tan buenos que no sabría por dónde comenzar. O referirme al sitio primero de Bernardo de Irigoyen y Francia o a éste de Hipólito Yrigoyen y Godoy Cruz (que nos alberga desde que despuntaban los setenta) o a los salones auditorios y la gente. O…
¿Me preguntaba por dónde empezar? Me respondo: por el principio. Por el inspirador. Por Julio Silva.
Se dice que los sueños no tienen precio; que no se les puede poner un valor económico. Se acunan en largas noches cuando ideas y pensamientos no permiten conciliar justamente el sueño. Al día siguiente igual y, así, meses y hasta años.
Julio Silva era un vecino sanrafaelino, sastre de profesión. Entre géneros, telas, tizas, tijeras, agujas, hilos y dedales transcurrían sus días en su casa de calle Bernardo de Irigoyen.
A Don Julio le maravillaba la historia de la radio y, cuando aún lo de Los Locos de la Azotea no había cumplido mayoría de edad, inauguró las transmisiones de LV4 radio San Rafael.
Solo habían transcurrido días cuando las emisiones fueron suspendidas por falta de autorización. Y se presentó un escenario inédito ya que las licencias se otorgaban solo a radios de capitales de provincia. Se decidió, entonces, que el permiso sería dado previo llamado a licitación. Y allí es cuando el sueño comenzó a Cotizar en Bolsa: Julio Silva acudió a amigos y conocidos para que lo ayudaran económicamente y la respuesta superó sus expectativas. Y ganó el concurso del que, además de nacionales, participaron oferentes extranjeros. La licencia definitiva tardó cerca de tres meses. Desde ese momento y hasta hoy, LV4 continúa ininterrumpidamente en el aire.
Pasó mucho durante más de 79 años. Lo bueno fortaleció y lo malo no pudo con un espíritu robusto.
¡Muchas gracias don julio Silva por ésta tradición bien sanrafaelina que es LV4!
Por Roberto A. Bravo
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