Hay un regalo que debiéramos hacernos. En cualquier momento; no es necesaria una fecha aniversario o el día de.
Tampoco debemos hacer inversión alguna; ni siquiera de monedas. Es que, simplemente, no hay lugar donde se compre.
Las suelas no solo se gastan de caminar la vida. También se debilitan (o directamente pierden) las bases de la felicidad cotidiana. Hay gestos negativos que se hicieron parte de cada uno y llegaron ¿para quedarse?
De movida, si arrancamos malhumoradamente el día es posible que lo vivamos así toda la jornada. ¿Acaso el secreto es Levantarse con el Pie Derecho metafóricamente hablando? “Él” secreto, no; uno entre otros, sí.
Hay justificaciones. Por ejemplo, que a los verdaderos problemas solo los oculta el sueño si no se convierten en pesadilla; cuando vuelve la luz, retornan en toda su dimensión. Esa realidad es compatible con el desánimo. Imposible (o al menos muy difícil) aquello de poner Al mal tiempo buena Cara.
Claro que, existe también, una suerte de modelo quejoso que se expone a toda hora. Todo está mal y, si algo se salva, también está mal (“Sí pero…”). Y se refuerza magnificando inconvenientes al punto de exagerar sobre aspectos tan importantes como salud y afectos. A esas cosas no habría que agigantarlas, por las dudas ¿vio?...
Lo cierto es que, en mayor o menor medida, casi todos andamos con el ceño fruncido. Ud., por ejemplo, ¿Cuánto hace que no escucha a alguien silbar o canturrear por la calle? Es un ejemplo sintomático; una señal del estado de ánimo colectivo.
En algún recodo del camino esta sociedad ha perdido parte de la alegría. Hoy no surge espontánea; si espasmódica. Esforzarnos por recuperarla, es el regalo que debiéramos hacernos.
Por Roberto A. Bravo
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