Desde el Servicio de Oncología del Hospital Centenario Gualeguaychú proseguimos con el Taller y preparándonos para la Semana "Juntos Hablemos de Cáncer", entre el 15 y el 21 de mayo próximos.
En cada encuentro surgen temas de gran valor, como el peso de las palabras, los efectos secundario de los tratamientos, la imagen cómo me veo y cómo me ve el Otro, la mirada del Otro, como el Cáncer enseña a cambiar las prioridades y la importancia del cuidado.
Tres pacientes aportan sus testimonios Graciela, Guadalupe y Marcela, residentes en la ciudad de Gualeguaychú.
"Este grupo es incondicional"
En su narración, Marcela de 60 años cuenta que "el grupo es un oído más, estamos constantemente en contacto a raíz del grupo de WhatsApp. Si a vos te pasa algo, o tenes ganas de comentar algo, siempre alguien te va a contestar, es una forma de poder dialogar o decir lo que te pasa, con gente que sabe qué te pasa. Se hace más fácil porque, a veces, no tenes con quien hablar: estás enfermo, lo asumís y la familia ya lo sabe. Acá conseguís que te escuchen, con una palabra que decís podes ayudar a alguien que está pasando un mal momento o tomas una opinión de otro al respecto del tema que surgió, como por ejemplo, cuando te preguntan "¿cómo te sentís? " o dicen "que bien se te ve". Hay cosas que surgen en la charla que es bueno para todos y te vas a casa mejor".
"No molestan las palabras, te das cuenta que no te quieren preguntar: la gente que conozco o dónde trabajo todos saben que tengo Cáncer. La actitud es "no se te nota", pero ¿Por qué se me tendría que notar? Yo creo que es por no preguntarte de frente; siento que no les gusta decir la palabra Cáncer, se evita. Es Cáncer = muerte, la unión directa que hacen. Me pasó en mi casa: mi mamá estaba enferma de un Cáncer de pulmón y mi padre nunca lo dijo. A la gente le pasa lo mismo, piensan que si dicen la palabra se van a contagiar. Yo tengo Cáncer y cuando el Médico abre el estudio y dice es otra metástasis –que ya voy por la tercera- tenes que asumirlo y decirlo".
"La fuerza para seguir cada día sale de la familia, los amigos y los que tenes siempre al lado. Yo pienso que a mis hijas les tengo que dejar el ejemplo que una enfermedad, sea la que fuese, no te tiene que vencer. Hay que pararse a la mañana, poner buena cara y salir a trabajar. Cuando podes porque, a veces, no podes ir a trabajar porque te operan. Es fundamental pararte y estar presente para tu familia, mi marido, mis hijas o mi nieto. Ellos son los incondicionales, como lo es este grupo y eso es lo importante".
"Puedo ayudar a otros"
"Soy Graciela y yo lo tome como algo natural. Una vez que me operaron, dijeron que ya lo habían sacado todo y los estudios dieron que no tenía nada. Hice el tratamiento de Quimioterapia, Radioterapia y me coloque la vacuna. Yo me sentía sana y seguí con mi vida normal como si no tenía nada, sólo me cuidaba".
"Con mi grupo familiar más las charlas con las Enfermeras de Oncología y el Médico no necesité del grupo de apoyo. Pero me sumé porque pienso que puedo ayudar a otro que tiene miedo o que recién empieza".
"Mi consejo para dar es el mismo que siempre me dieron: que no haga caso a la gente que te asusta o da pálidas. Cada uno es personal, cada cual toma y siente la enfermedad como es. Además, hasta la tolerancia a los tratamientos es distinta porque algunos se descomponen y otros, como mi caso, no".
Sobre su vida cotidiana, Graciela de 63 años cuenta que "me sigo cuidando y ahora sólo estoy tomando una pastilla a la mañana, que será durante unos cinco años me dijo el Médico; mientras no aparezca nada".
"Lo importante a transmitir es tomarlo a tiempo, no esperar que el Cáncer avance, porque resulta más fácil superarlo. Después seguir con los controles y hacerle caso a los Médicos".-
Desde lo emocional a lo físico
En cambio, Guadalupe optó por enviarnos su historia por mail para contarnos que "vivió una infancia muy triste. Presenció la tensión entre mis padres. Ella era muy sensible, todo se lo tomaba más a pecho que sus hermanos, los cuales eran más extrovertidos. Se sentía insegura, atemorizada, reprimida".
Esa infancia en una atmósfera muy tensa se tradujo "ya de grande en frustración acumulada, miedo, angustia e inseguridad. Intentos interminables de suprimir, ocultar, sus más mínimos sentimientos de la infancia, conformaron una personalidad que finalmente necesitó de una enfermedad para llevar todo a algún tipo de conclusión".
"La división que sentía en su corazón socavó toda su energía y felicidad. El Cáncer se inició en su corazón partido, en todo el dolor y la frustración manifestada que llenaron su vida en su etapa inicial".
Sin dudas, "todo lo que sucede en nuestro organismo emocional también sucede en lo físico: el ahogo emocional originó tanta rabia y frustración que dirigió esas emociones negativas hacia su propio organismo. Al guardarse para sí sus principales pensamientos y sentimientos, puso en peligro a las células de su propio organismo", nos cuenta Guadalupe.
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