Maxi Ojeda, rosarino, percusionista y docente le cuenta a Oscar “Cholo” Gómez Castañón su experiencia difundiendo nuestra cultura por Europa y cómo es recibida.
“La cosa empezó con delegaciones de rusos que venían a estudiar nuestra música, y me pregunté qué pasaba con la gente que no tenía posibilidades de venirse a Argentina, la pregunta se transformó en un sueño y como docente sabía que estas personas no tenían otra posibilidad, y me fui”
“Allá la gente encuentra la forma en que nuestros compases atrapen a su folklore, y eso los lleva a cantar, bailar, tomar y divertirse. En las peñas versionamos canciones folklóricas rusas, y allí adaptan las estructuras del gato, de la chacarera, su folklore tiene partes libres, no como el nuestro, que tiene una estructura que hay que respetar porque hay una danza y están los bailarines esperando el momento musical para empezar a bailar”
“Mis alumnos rusos en su mayoría provienen del tango, es como una locomotora que abre camino, y atrás vienen el folklore, la poesía, la literatura, la historia, las leyendas, las comidas, todo… y en las milongas se estila mucho que pongan una tanda de folklore y ahí descubren que Argentina no es sólo la Avenida Corrientes, que tenemos una cultura muy diversa.”
“Los rusos se animan a bailar, en Moscú hay un parque donde en verano se hacen peñas, está a diez cuadras del Kremlin, a orillas del Río Moscú, donde la gente pasea, nos escucha y se prende, es que el folklore invita, les encanta la zamba, la bailan de diez maneras distintas, la chacarera les resulta divertida, pero la zamba es más íntima.”
“En el tango D´Arienzo es furor, y después Piazzolla, la gente se prepara para ir a la noche a la milonga, les gusta tanto el instrumental como el cantado, a veces no lo entienden, pero les gusta escuchar el español y toman la voz como un instrumento más.”
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