Omar De Felippe es protagonista de algunas hazañas. En el fútbol logró, entre otros títulos, el ascenso a Primera con Independiente, en el peor momento de la historia del club; en la vida es veterano de Malvinas, una experiencia que lo marcó para siempre.

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Al principio le costaba hablar del tema, pero, con el tiempo, logró "acomodar" sus recuerdos. "Uno elige qué recordar, sobre todo para homenajear a la gente que quiere recordar", reflexiona.

Pero esta también es una charla de fútbol, y De Felippe habla sobre su infancia, su debut en Primera y su carrera como entrenador, que, confiesa, nunca imagino tener.

Al ex futbolista siempre le gustó la mitad de la cancha. En el potrero, donde "no hay puesto", siempre se quedaba en la mitad del campo. Vivía el fútbol. "Era un asiduo del potrero, en cualquier lado, hasta cualquier hora, siempre de volante central", cuenta. Durante su carrera jugó en varios clubes de la Argentina, en Primera y en el Ascenso.

Sin embargo, su nombre se lo hizo en la dirección técnica. Tras el ascenso con Quilmes, Independiente, que había descendido por primera vez en su historia y que se encontraba en los últimos puestos del Nacional B, fue a buscar al ex entrenador de Olimpo.

El entrenador llegó y rápidamente comenzó a cosechar victorias. El camino fue largo, irregular, pero siempre, relata, se mantuvieron firmes y con la mente en ganar, porque esa era la única manera de lograr el objetivo.

Hoy se encuentra sin trabajo, pero no se aleja del fútbol y ya tiene la mente en volver a dirigir.